martes, 6 de marzo de 2012

Mi punto de partida: motivos y primeras reflexiones

A partir de ahora empezaré la publicación de todo aquello relacionado con el curso ¿Qué es ser profesor de lenguas extranjeras?

En este primer artículo hablo un poco sobre los motivos que me han llevado a iniciar este camino en el mundo del ELE y las cualidades que pienso que debe tener un buen profesor.

Emprender esta aventura en el mundo de la docencia ha sido una decisión tomada a raíz de ciertas circunstancias de mi vida. Periodista y licenciado en Estudios de Asia Oriental me encontré en un callejón sin salida después de terminar mi etapa de estudiante. Buscase lo que buscase, no encontraba ningún trabajo que tuviera la más mínima relación con mis estudios. Mi meta personal, desde mis comienzos en la universidad, fue estudiar en Japón y, al terminar, empezar mi carrera profesional en el país del Sol Naciente. Por cuestiones burocráticas y legales, encontrar trabajo en Japón es una empresa muy compleja y el ámbito de la enseñanza es, quizás, una de las vías más factibles.



En la actualidad sigo siendo estudiante de lenguas extranjeras, concretamente de japonés. Este idioma es quizás uno de los idiomas que más necesitan de un estudio constante e ininterrumpido. Consta de tres alfabetos, usados de forma indistinta para la construcción gramatical. De este modo, tuve que empezar de nuevo aprendiendo símbolos, ideogramas y conceptos culturales que nada tienen que ver con lo aprehendido hasta la fecha. Hablar japonés requiere un esfuerzo enorme de asimilación de una nueva gramática, el escribir y el leer necesitan de la memorización de más de 2.000 ideogramas que el país nipón incorporó de la escritura china a partir del siglo VII d.C y como estos se interrelacionan en la gramática japonesa y, finalmente, el escuchar difícilmente entendible sin los pasos previos.

Gran parte de culpa sobre mi afición y dedicación al japonés la tuvo una de mis profesoras de universidad. Capaz de transmitir aspectos culturales propios de Japón a la vez que presentaba de forma estructurada los infinitos aspectos gramaticales del por entonces nuevo idioma. Aunque sus métodos eran más bien clásicos (ejercicios típicos de rellenar huecos o tablas de tiempos verbales y construcciones sintácticas) era capaz de motivarnos con textos (comprensiones lectoras relacionadas con el mundo de los samuráis, las geishas, las costumbres y los ritos nipones etc), canciones (comprensiones auditivas donde rellenar huecos con el lenguaje aprendido ese día) incluso role plays (donde practicábamos la interacción oral con la ayuda de estudiantes japoneses que nos ayudaban). Del su carácter japonés nos beneficiamos de un acercamiento poco antes mostrado por ningún otro profesor y siempre estaba dispuesta a atendernos en cualquier momento y circunstancia.

Opino que parte del trabajo del profesor es conseguir que sus alumnos disfruten del aprendizaje de las lenguas. Que tengan ganas de ir cada día a clase, encontrarse con sus compañeros y, sobre todo, con el maestro que es capaz de enseñarles algo distinto cada día. En todo ello será un punto esencial la motivación que el profesor sea capaz de transmitir a través de su método de enseñanza. La interacción que demuestra en el aula, la capacidad para tratar a cada uno de los alumnos como un individuo, lo significativas y motivadoras que puedan llegar a ser sus actividades etc.
Para todo ello es necesario que el profesor se muestre como alguien cercano, conocedor de las distintas realidades y contextos en los que viven sus discípulos. Debe ser capaz de resolver cualquier tipo de duda, ya sea a nivel gramatical, sintáctico, léxico o morfológico y con la ayuda de ejemplos que sirvan de soporte argumental. A su vez la figura del profesor o maestro tiene que ser capaz de complementar sus explicaciones teóricas con actividades más lúdicas o distendidas, a modo de juegos, y dominar las nuevas tecnologías.

Tal y como decía el tío de Peter Parker en Spiderman ser profesor conlleva una gran responsabilidad.

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